La ilusión de una nueva temporada del reclamo.

El tiempo que dedicamos cada año a cazar en esta modalidad es siempre demasiado corto, pues cuando queremos darnos cuenta nos encontramos que está a punto de finalizar la temporada cuquillera, algunas veces sin lograr algunos de los objetivos que nos habíamos propuesto.

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La cercanía de su apertura siempre nos depara una buena dosis de ilusiones, que soñamos con cumplir, así como grandes esperanzas que se centran en consagrar algunos reclamos a los que teóricamente vemos con algunas maneras importantes,  detectando en ellos cualidades por desarrollar y  también defectos que tendríamos que ir puliendo con el paso del tiempo.

Lógicamente, esta permanente ilusión nos acompaña siempre, siendo nuestra inseparable compañera en multitud de lances. Algunos de ellos nos sorprendieron gratamente por el alto valor emocional que encerraron. En cambio, otros preferimos relegarlos al olvido al haber estado presente en ellos la decepción, sobre todo la que protagonizaron aquellos pájaros que prometían mucho… pero que después, no aportaron nada positivo en el campo.

En la inminente apertura de la veda del perdigón tiene una gran importancia el papel que juega nuestra imaginación. Con ella volamos y ya nos vemos en el interior de aquel puesto nuevo de monte que hemos hecho, que está ubicado en un lugar muy querencioso para la perdiz.

De hecho, su emplazamiento está  muy próximo a un aguardo en el que vivimos un lance de especial relevancia. Aún recordamos  como estando próximo el cierre de la temporada pasada indultamos en aquel lugar a una collera valerosa que se presentó en plaza. El macho presentó sus credenciales de guerrero mostrándose engallado, encrestado, envuelto en aires desafiantes, arrastrando las alas, en actitud intimidatoria…mientras emitía sonoros regaños pretendiendo enmudecer a nuestro reclamo. Su hembra quiso mostrar también su valor y casta y para ello acompañó a su galán, en actitud agresiva, en la multitud de vueltas que dieron al repostero.

El maravilloso espectáculo no hizo tomar la acertada decisión de indultarlos, a sabiendas que sería una excelente semilla para la temporada siguiente. Efectivamente, nuestra actuación ya ha sido recompensada, pues sabemos que este verano han criado un nutrido bando en las inmediaciones donde hemos situado el puesto, por lo que ya barajamos la posibilidad de que el progenitor, o alguno de sus valientes pollastres, hará acto de presencia en la plaza del nuevo aguardo que queremos estrenar el primer día de apertura.

Pensamientos que se agolpan, e ideas que nacen sin parar, nos recuerdan que aún no tenemos decidido el reclamo que llevaremos a ese puesto. ¿Colgamos al pájaro de dos celos al que pacientemente tenemos reservado y al que se le ven numerosos detalles de importancia?. ¿Se acobardará en su estreno si llega a irrumpir en la plaza el gallaco de banda?. ¿Crearemos en el neófito, en su alternativa, huellas de resabio al verse intimidado por campero tan agresivo?...estas y otras muchas interrogantes, de similar naturaleza, brotan de forma insistente.

En estos días también soñamos con experimentar de nuevo aquellos escasos puestos donde el valeroso garbón irrumpió, de callada, en la plaza pidiendo explicaciones a nuestro campeón ante los insultos y las provocaciones que había enviado desde su atalaya.

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Somos conscientes que también sufriremos con los innumerables desengaños y frustraciones que se avecinan con muchos de los reclamos que tenemos. Estaremos pendientes del estado del tiempo, del grado de celo que presumiblemente tendrá el campo, de sus respuestas…en fin, de tantas cosas… pues son precisamente el conjunto de todas ellas las que ocupan muchos de nuestros pensamientos en estos días previos a la apertura de esta apasionante modalidad cinegética.

La ilusión de una nueva temporada nos acarrea irremediablemente más de una noche en dormivela, casi llegando al insomnio, pensando una y otra vez los primeros puestos que queremos dar y decidiendo los pájaros que estrenarán los primeros pulpitillos que ya tenemos hechos. Nos queda por comprobar qué nos deparará la próxima campaña que se avecina.

Alguna noche hemos soñado que ya hemos estamos en el interior de aquel imaginario puesto escuchando la voz retadora del campo, sintiendo los latidos desbocados de nuestro corazón al oír ya muy cercanas a las camperas y los nervios contenidos cuando vemos como irrumpe embolado y desafiante el valiente garbón. 

Y mientras, como privilegiado testigo, escuchamos embelesados como nuestro perdigón se enfrasca en un dulce y melodioso recibo, encampanado, en el centro de la jaula, sin mover un solo músculo…aunque a veces se gira de forma muy lenta, en dirección hacia la hembra atrancada, para enviarle un cariñoso y cautivador titeo invitándola, de esta manera, a formar parte también del  espectacular lance.

En estos apasionantes momentos el tiempo se para, quedando todo supeditado a lo que estamos experimentando, de modo que nuestra vista se recrea en aquella escena observando todos los matices y las muestras valerosas que nos regalan. De igual forma, nuestra audición se afina de tal forma que no perdernos ni un solo detalle sonoro de aquel inolvidable enfrentamiento…

En fin, estas escenas inolvidables son las que deseamos que se vuelvan a repetir cuanto antes, formando todas ellas parte de esta milenaria forma de cazar la perdiz roja en su querencia.

Manuel Romero Perea.