PUESTO DE “AGUA” Carlos Enrique López
Hoy, voy desgajando horas de la mañana como una penitencia, por culpa del agua y del viento que me han dejado en casa. Un domingo en el que ya había soñado con el puestazo que iba a dar “el Nevazo”, pájaro de segundo sin cazar en el que tengo gran confianza.
Amaneció con el agua dejándose oír. Aun así, y a pesar del comentario de mi mujer sobre la conveniencia de que visite a un psiquiatra, me vestí y salí a la calle. El agua arreciando y un viento solano riguroso me han devuelto al interior. ¡no hay cuco!.
En contrapartida y como consuelo, me subo al despacho, y sentado frente al ordenador repaso desde la ventana a mis pájaros colgados en la terraza. Casi les pido disculpas, no es cobardía , ni mucho menos. Pero con este viento no hay quien haga correrse al campo. Si solo fuera por el agua…
Me viene a la mente el puesto que di con “Joaquinito” en la “mina de la viuda”.
No había terminado de acomodarme en el puesto cuando empezó a caer un agua que prometía poca calma. Salí del puesto con la cobijilla en la mano y “Joaquinito” me recibió saliendo por alto y mirándome a la cara . Su forma de actuar cambió mi idea inicial y en lugar de taparlo y quitarlo, le hice una especie de gorro con la sayuela y volví a meterme en el puesto . El agua caía con ganas. El pájaro lanzó varios reclamos desafiantes rematados con una pitas primorosas. Contestó el campo con fuerza y sin melindres. Un machazo, contestaba de mayor a menos de cien metros. Llovía cada vez más y yo estaba ya empapado hasta las cejas, pero escudando pelea no me hubieran levantado de allí ni a palos. Vuelta de mayor de mi pájaro y el campo queriendo cortarlo enfurecido, el agua corre limpia por mi frente y la noto entrar fría cuello abajo. “Joaquinito” contesta de mayor bajándose y terminando con un dar de pie mezclado con algun piñoneo meticuloso. Estoy chorreando de arriba abajo pero da igual. Aparece el macho de campo junto al repostero, el agua cae con furia, y empiezan un desafío precioso, Joaquinito da de pie cada vez mas suave, el otro se envalentona y se engalla. Mi pájaro se ha convertido en una estatua , el movimiento estrictamente necesario para no perder de vista a su oponente mientras le lanza besos entre dulcísimos cuchichios. Ya, me da lo mismo el aguacero solo me preocupan las gotas que me dan directamente en los ojos; ¿dónde coño habré puesto la gorra?. El macho campero se quiere comer el repostero y mi pájaro lo encela cada vez más, Ahora está de espaldas, la gorguera de “Joaquinito” se balancea arriba y abajo mientras emite un dulce cuchichio, pego mi cara a la culata mojada, afino, aprieto el gatillo y veo como el bravo guerrero queda inerte a escaso medio metro del repostero. Joaquinito empieza a modificar el canto, no ha cortado al tiro pero ahora eleva la cara al cielo mientras no deja de hacer cuchichios que empieza mezclar con suavísimos reclamos. Así hasta dos minutos y otra vez de mayor por todo lo alto proclamando al viento su victoria . Yo ensimismado tarareo : Que llueva, que llueva la Virgen de la cueva….
Ya me está llamando Isabel para que vaya a por el pan, suspiro largo y hondo mientras el “Nevazo” canta de mayor al agua, que ahora cae mansa.